miércoles, 19 de septiembre de 2007

Sikasso - Ferkesedougou

Días del 133 al 140
Sikasso - Loulouni - Pogo - Nielle - Ouangolodougou - Ferkesedougou
Total: 240,40 km

Total acumulado: 7.521,50 km

El segundo día de descanso en Sikasso fuimos a visitar las Cuevas de Missirikoro, unas enormes formaciones rocosas cinceladas por el agua que los seres humanos han convertido en un lugar sagrado, tanto para musulmanes como para animistas. A la entrada de la "mezquita", una cavidad enorme de varias decenas de metros de altura, un joven musulmán se pasea descalzo de un lado a otro, como poseído, canturreando un rezo en árabe. Vive aquí en la cueva, y todos los días del año hace lo mismo. Desde esta estancia se pueden ver algunos de los pasos de las grutas inferiores , son los animistas los que se dan cita en el "piso de abajo". El acceso a esa parte de cueva esta precedido por una pequeña, aunque nada desdeñable, montaña de plumas, pelos y osamentas de animales resultados de sus sacrificios. En el exterior se puede trepar hasta lo alto de la formación, el día es soleado y las vistas son magnificas, pero hace un calor sofocante. En una parada sacamos algo de agua y ofrecimos al joven que quiso acompañarnos y a sus dos hermanos mayores, quienes rápidamente declinaron nuestra oferta ya que había comenzado el Ramadán y no ingieren absolutamente nada desde la salida del sol hasta el ocaso.

Parece que nos equivocamos e nuestro anterior blog, la época de lluvias aun no ha terminado, así, en Loulouni, tuvimos que buscar un techo bajo el que dormir, ya que cada día, después de comer, como mínimo el agua de una fuerte tormenta besa la tierra. En la gasolinera, el tipo mas antipático del pueblo nos presto una habitación donde tenia almacenado un antiquísimo surtidor venido de Alemania y una motocicleta inservible. Su cara opuesta, el tipo mas simpático de Loulouni, en la acera de enfrente, es el que nos dio de cenar en lo mas parecido a un restaurante del poblado. A eso de las 18h, 30 minutos antes del ocaso, algunas de las personas que hacen el Ramadán se arremolinan en este puesto de comidas y van ordenando el te con el que abrirán el estomago después de un día sin comer y el plato de comida que ingerirán a posteriori. Conciliamos el sueño con el sonido de los truenos y el agua de la tormenta golpeando los vetustos cristales de nuestro refugio nocturno.

Después de 50 kilómetros nos despedimos de Mali en Zegua, el puesto fronterizo. La primera carretera con arcén desde hace mucho tiempo nos da la bienvenida a Costa de Marfil, donde algo mas adelante el pueblo de Pogo nos recibía lleno de lo que parecían ser militares. Nos acercamos al puesto fronterizo con el objetivo de sellar nuestros pasaportes; todos los allí presentes nos hacían múltiples preguntas y querían saber cual era nuestra misión, pero no hubo manera de estampar absolutamente nada en nuestro documento. Uno de los que parecían mas avispado nos dijo que ellos eran rebeldes y que cualquier cosa que pusieran en nuestro pasaporte no tendría ningún valor. En la embajada de Costa de Marfil en Dakar nos habían dicho que la situación en el país era normal, no compartimos su opinión. Las miradas de algunas personas se debaten entre el susto y la extrañeza al ver a dos blancos paseando en bicicleta; aunque la mayoría nos muestran una mano en alto y la sonrisa de alegría por ver a dos viajeros en su país, síntoma para ellos de que todo vuelve a la normalidad, casi siempre lo rematan dándonos la bienvenida en francés.

La carretera que va directa hasta Abidjan pasa por varios pueblos - cruces de camino (uno siempre se hace la misma pregunta que con el huevo y la gallina, en este caso nunca sabremos que fue primero) donde podemos encontrar un refugio para cobijarnos de las violentas tormentas vespertinas y nocturnas. Antes y después de cada uno de estos lugares nos toca pasar revista ante los militares de turno en cada puesto de control. La mayoría quieren saber que estamos haciendo, otros que es lo que les hemos venido a traer.

En Nielle los restaurantes, hoteles y comercios han retirado sus letreros, parece como si quisieran que nadie sepan a que se dedican. En uno de esos restaurantes sin letrero, al que nos llevaron en moto, comimos un inocente plato de arroz nada en consonancia con los tiempos que corren; la cuidada presentación en forma de corazón, tal vez sea la pequeña contribución para la paz del viejo hombre que lo regentaba.

En Ouangolodougou se cruzan los caminos de Mali, Burkina y Abidjan y tiene todo lo necesario para que camiones, coches, taxis y autobuses hagan una parada. Ferkesedougou, sin embargo, tiene un gran mercado de hortalizas, un afamado hospital y un enorme campamento de las fuerzas de Naciones Unidas. Desde aquí nuestro camino gira dirección Ghana, algo mas de 300 km de camino no asfaltado, pasando por el Parque Nacional de la Comoe, que no sabemos si podremos visitar.

Desde Ferkesedougou.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE DURO DEBE SER LUCHAR CON LAS LLUVIAS MIENTRAS TIRAS DE LA BICICLETA...PARECE ALGO MÁS COMPLICADO VUESTRO VIAJE, QUÉ NO PUEDAN CON VOSOTROS LAS DIFICULTADES. ANIMO.
ETE

Anónimo dijo...

No sé lo que os habrán dicho en la embajada de Dakar, pero Costa de Marfil continúa en una situación política crítica aunque con la situación relativamente tranquila, desde el incio del proceso de paz en marzo y del que estos días se está realizando un seguimiento. De todos modos, el nivel de violencia contra los civiles es bastante alto.

Anónimo dijo...

Os sigo deseando mucha suerte.Cuidaos mucho.Un abrazo. Soledad