viernes, 28 de septiembre de 2007

Ferkesedougou - Bouna

Días del 141 al 146
Ferkesedougou - Sikolo - Kafolo Bac - Tehini - Bouna
Total: 303,00 km

Total acumulado: 7.824,50 km

Fidel, el dueño del hotel Kofikro en Ferkesedougou quiso que le llamáramos a nuestra llegada a Bouna, el camino es muy malo y le asustaban sobretodo los rebeldes y los asaltantes de caminos que son bastante activos en la ruta que vamos a seguir. Abandonamos la ciudad cuando aun no había vida en el enorme mercado, pasamos sobre las vías de tren que unen el norte del país con Abidjan y enfilamos 300 km de camino de tierra roja, comparable a la peor pista que os podáis imaginar en el medio rural español. A los pocos kilómetros los dos primeros camiones atascados en el barro, no sabemos como se atreven a transportar tanta mercancía por estos caminos. Uno de los camiones llevaba atascado tres días y los pasajeros que viajaban en él rezaban para que llegara lo antes posible algo de ayuda. Paramos a comer a la sombra de un árbol donde varios tipos de moscas y mosquitos se volvieron locas al ver carne fresca, engullimos nuestras conservas y salimos escopetados. Algo mas adelante, en una pequeña aldea, nos ofrecieron una sombra y algo de agua. Algunos de los niños mas pequeños huyeron despavoridos al vernos llegar, no habían visto un blanco en toda su vida y parece que el primero les había causado cierta impresión. Al atardecer llegamos a Sikolo, era día de mercado y los rebeldes del puesto de la entrada eran bastante celosos de su trabajo. Llamaron al comandante Salomón cuando les preguntamos si había algún sitio para dormir en el pueblo. Como ellos se encargaban de la "seguridad" en la zona pensaron que lo mas acertado era que durmiéramos en su pequeño cuartel y como camaradas nos ofrecieron comer de su mismo plato.

Una enorme tormenta nos regalo dos horas mas de sueño y nos hizo dudar de nuestra llegada a Kafolo, pero ni el agua ni el camino tortuoso impidieron que llegáramos extenuados a nuestro objetivo del día, la puerta de entrada al Parque Nacional de la Comoe. Allí Yako y toda la plantilla nos esperaba con los brazos abiertos. El Comoe Safari Lodge es un campamento de lujo, pero los últimos años de guerra en Costa de Marfil lo tienen en reconstrucción. Es por eso que pudimos disfrutar de el a precios populares, en palabras de Yako, lo que pudiéramos dejar para los trabajadores. Todo el mundo en el pueblo estaba encantado con nuestra llegada, que parece augurar que vienen tiempos mejores y que la guerra, por el momento, ha terminado. Se volcaron con nosotros, por el día un paseo en todoterreno por el Parque sin mucho éxito en el avistamiento de animales, o un paseo en piragua por el río Comoe, por la noche degustación en familia de los platos locales: foutou, attieke y varias comidas y sopas hechos a base de maíz; nosotros les enseñamos a poner un toque de canela y azúcar en la nata que se tomaban a cucharadas. Una de las tardes que reposamos con ellos escuchamos varios disparos, un hipopótamo había sobrepasado los limites del Parque y estaba zampándose un cultivo de arroz. Al contrario que en Senegal, donde hace falta una orden presidencial para disparar sobre un animal en el Niokolo Koba, aquí pudimos ver a un hipopótamo con mas de 20 disparos que intentaba, sin éxito, volver al río Comoe.

Aunque nos hubiera gustado pasar mas días con nuestros amigos del Campamento, nuestro camino debía continuar. Les dejamos cuando las existencias de harina y arroz en el pueblo comenzaban a escasear, el camión que debía traer las provisiones había volcado en el camino a causa del barro.

Un largo día nos llevo a Tehini, donde un guarda, de origen lobi, nos permitió montar la tienda bajo techo, en el garaje de la Misión Católica abandonada, las hermanas estaban en Burkina donde la situación esta mucho mas tranquila.

El camino comenzaba a mejorar ligeramente, esto nos animo a aventurarnos a llegar en un solo día a Bouna, a 93 km de Tehini, y a un paso de Ghana. La llegada a Bouna nos recordaba a esa película en la que Paco Martínez Soria migra del campo a Madrid, habíamos vuelto a la civilización. En todo caso, a pesar de estar en la ciudad, las únicas líneas telefónicas que funcionaban eran las de móviles para llamadas nacionales, así pudimos escuchar a Fidel muy contento de que hubiéramos podido llegar a Bouna sanos y salvos.

Desde Bouna.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.Nuria e Ivan.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Mali

El país de las dos ruedas.

Alguien, en alguna parte, nos había dicho que en Mali no íbamos a tener problemas en encontrar repuestos para nuestras bicicletas, decían que aquí les encantan las motos y las bicis. Es totalmente cierto, el transporte nacional de Mali es una pequeña moto parecida a las scooter que viene directamente de Indonesia y cuesta unos 450 euros. La gente transporta absolutamente de todo en sus antiguas bicicletas de piñón fijo y en estas motos. Es por esta superpoblación de motocicletas que, además de en las gasolineras, se puede encontrar alimento para el motor en cualquier rincón del país, unos puestecillos de madera atestados de botellas de cristal indican que es allí donde se puede conseguir la mejor mezcla de carburantes.


Se nota que Mali hace poco estaba entre uno de los diez países mas pobres del planeta. Además de la gran diferencia con el "rico" país vecino del que venimos, Senegal, son muchos los niños del bote (jóvenes de entre 5 y 12 años que recorren las calles con un bote en el que la gente deposita algunas monedas o cualquier tipo de alimento o bebida y que, de momento, se encuentran en casi todo Africa), las cosas son mas baratas, las calles mas sucias, hay muchas menos tiendas de alimentación general y en las que hay se encuentran muchas menos cosas, las comidas y cosas de picar se sirven en la calle rondando los 100 francos (unos 0,20 céntimos de euro). Sorprendentemente esto se ve reflejado en sus gentes de un modo inesperado, casi todos son simpáticos y amables.

Los puestos alimenticios a pie de calle nos han venido fenomenal para insuflar aires nuevos en nuestra dieta. Cada noche se cocinan varios guisos que el consumidor puede mezclar a su gusto, judías pintas, espaguetis, patatas y plátano frito, carne guisada, mijo y a veces pescado son los mas comunes, aunque las condiciones higiénicas tal vez no sean las mejores.

Parece que las gentes de Mali son mas amantes de la cultura que otros pueblos de esta parte de Africa, no es extraño ver en sus calles, desde la gran ciudad hasta las zonas rurales, casetillas, tiendas y puestos donde comprar o intercambiar un libro. Asimismo, encontramos salas de cine hasta en los mas recónditos lugares, por desgracia absolutamente todas estaban cerradas.

Este país es enorme, y nuestro paso por el se ha ceñido a una parte minúscula, nos dejamos por visitar el gran norte de las caravanas por el desierto, el país Dogon y el delta interior del Níger con sus históricas ciudades. Como dicen por aquí: "A la prochain".

Desde Ferkesedougou.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Sikasso - Ferkesedougou

Días del 133 al 140
Sikasso - Loulouni - Pogo - Nielle - Ouangolodougou - Ferkesedougou
Total: 240,40 km

Total acumulado: 7.521,50 km

El segundo día de descanso en Sikasso fuimos a visitar las Cuevas de Missirikoro, unas enormes formaciones rocosas cinceladas por el agua que los seres humanos han convertido en un lugar sagrado, tanto para musulmanes como para animistas. A la entrada de la "mezquita", una cavidad enorme de varias decenas de metros de altura, un joven musulmán se pasea descalzo de un lado a otro, como poseído, canturreando un rezo en árabe. Vive aquí en la cueva, y todos los días del año hace lo mismo. Desde esta estancia se pueden ver algunos de los pasos de las grutas inferiores , son los animistas los que se dan cita en el "piso de abajo". El acceso a esa parte de cueva esta precedido por una pequeña, aunque nada desdeñable, montaña de plumas, pelos y osamentas de animales resultados de sus sacrificios. En el exterior se puede trepar hasta lo alto de la formación, el día es soleado y las vistas son magnificas, pero hace un calor sofocante. En una parada sacamos algo de agua y ofrecimos al joven que quiso acompañarnos y a sus dos hermanos mayores, quienes rápidamente declinaron nuestra oferta ya que había comenzado el Ramadán y no ingieren absolutamente nada desde la salida del sol hasta el ocaso.

Parece que nos equivocamos e nuestro anterior blog, la época de lluvias aun no ha terminado, así, en Loulouni, tuvimos que buscar un techo bajo el que dormir, ya que cada día, después de comer, como mínimo el agua de una fuerte tormenta besa la tierra. En la gasolinera, el tipo mas antipático del pueblo nos presto una habitación donde tenia almacenado un antiquísimo surtidor venido de Alemania y una motocicleta inservible. Su cara opuesta, el tipo mas simpático de Loulouni, en la acera de enfrente, es el que nos dio de cenar en lo mas parecido a un restaurante del poblado. A eso de las 18h, 30 minutos antes del ocaso, algunas de las personas que hacen el Ramadán se arremolinan en este puesto de comidas y van ordenando el te con el que abrirán el estomago después de un día sin comer y el plato de comida que ingerirán a posteriori. Conciliamos el sueño con el sonido de los truenos y el agua de la tormenta golpeando los vetustos cristales de nuestro refugio nocturno.

Después de 50 kilómetros nos despedimos de Mali en Zegua, el puesto fronterizo. La primera carretera con arcén desde hace mucho tiempo nos da la bienvenida a Costa de Marfil, donde algo mas adelante el pueblo de Pogo nos recibía lleno de lo que parecían ser militares. Nos acercamos al puesto fronterizo con el objetivo de sellar nuestros pasaportes; todos los allí presentes nos hacían múltiples preguntas y querían saber cual era nuestra misión, pero no hubo manera de estampar absolutamente nada en nuestro documento. Uno de los que parecían mas avispado nos dijo que ellos eran rebeldes y que cualquier cosa que pusieran en nuestro pasaporte no tendría ningún valor. En la embajada de Costa de Marfil en Dakar nos habían dicho que la situación en el país era normal, no compartimos su opinión. Las miradas de algunas personas se debaten entre el susto y la extrañeza al ver a dos blancos paseando en bicicleta; aunque la mayoría nos muestran una mano en alto y la sonrisa de alegría por ver a dos viajeros en su país, síntoma para ellos de que todo vuelve a la normalidad, casi siempre lo rematan dándonos la bienvenida en francés.

La carretera que va directa hasta Abidjan pasa por varios pueblos - cruces de camino (uno siempre se hace la misma pregunta que con el huevo y la gallina, en este caso nunca sabremos que fue primero) donde podemos encontrar un refugio para cobijarnos de las violentas tormentas vespertinas y nocturnas. Antes y después de cada uno de estos lugares nos toca pasar revista ante los militares de turno en cada puesto de control. La mayoría quieren saber que estamos haciendo, otros que es lo que les hemos venido a traer.

En Nielle los restaurantes, hoteles y comercios han retirado sus letreros, parece como si quisieran que nadie sepan a que se dedican. En uno de esos restaurantes sin letrero, al que nos llevaron en moto, comimos un inocente plato de arroz nada en consonancia con los tiempos que corren; la cuidada presentación en forma de corazón, tal vez sea la pequeña contribución para la paz del viejo hombre que lo regentaba.

En Ouangolodougou se cruzan los caminos de Mali, Burkina y Abidjan y tiene todo lo necesario para que camiones, coches, taxis y autobuses hagan una parada. Ferkesedougou, sin embargo, tiene un gran mercado de hortalizas, un afamado hospital y un enorme campamento de las fuerzas de Naciones Unidas. Desde aquí nuestro camino gira dirección Ghana, algo mas de 300 km de camino no asfaltado, pasando por el Parque Nacional de la Comoe, que no sabemos si podremos visitar.

Desde Ferkesedougou.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Bamako - Sikasso

Días del 122 al 132
Bamako - Ouelessebougou - Bougouni - Koumantou - Niena - Sikasso
Total: 382,70 km

Total acumulado: 7277,10 km

En Bou Lanoir, Mauritania, ya nos habían hablado de el, en algún otro momento de nuestro viaje nos habían comentado que había un japonés haciendo también un tour por Africa en bicicleta; en nuestro ultimo día en Bamako, en el albergue un francés también nos hablo de el, había volado directamente desde Japón a Casablanca y después, mas adelante cogería un avión para ir a Kenia y bajar por la costas este africana hasta Sudáfrica. Nuestro primer día de ruta después del paron llegamos a Ouelessebougou, un pueblo de paso en la carretera donde se puede hacer noche en un antro para resguardarse de la lluvia por poco mas de 2 euros por persona. No hacia mucho que el ciclista japonés había pasado por aquí, en el suelo había unas cajas de medicamentos en japonés, el envoltorio de unos calzoncillos nipones y lo que termino de delatarle, varios eslabones de una cadena de bicicleta en la repisa de la ventana. Al parecer según la cantidad de espirales antimosquitos que utilizo cuando durmió aquí, debía viajar sin mosquitera. A veces el viaje se nos hace duro, entonces pensamos en lo difícil que tiene que ser viajar solo, desde aquí te mandamos un mensaje de animo.

Parece que poco a poco nos vamos despidiendo de la temporada de lluvias (o eso pensamos), no obstante en Bougouni tuvimos que refugiarnos en una tienda de alimentación, cuando ya habíamos dejado nuestras bicis bajo techo salimos a dar un paseo y una corta pero dura tormenta fue barriendo el poblado. Después de esta tormenta tres etapas de pedaleo bajo el sol nos llevaron hasta Sikasso, una "gran ciudad" dentro del Mali rural, sucia y llena de ratas, pero con caras y gentes simpáticas.




Desde Sikasso.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.

martes, 4 de septiembre de 2007

Senegal

El pais de la Teranga... a veces


Los turistas vienen a Senegal mas que a ningún otro pais del oeste africano y esto se nota, normalmente de modo negativo, en el trato con sus gentes. En España los racistas ven a un negro y ven pobreza, inmigración ilegal, delincuencia... Aquí en Senegal los racistas ven un blanco y ven regalos, alguien a quien esta permitido timar, dinero... Desde luego que hay honrosas excepciones, nos hemos encontrado con muchas y es entonces cuando atravesar Senegal a golpe de pedal se convierte en algo verdaderamente agradable.

La comida puede resultar bastante repetitiva ya que el arroz es la base y principal ingrediente de casi todos sus platos. El plato nacional es el thiebouyene (arroz con pescado y verduras), otro plato muy comun es el yassa (salsa de cebolla y limon) que acompaña al arroz con carne o pescado. Aquí en muchas casas no se cocina, lo normal es que la gente vaya a comprar su comida al restaurante, es por eso que tiene un precio razonable y hay que ir pronto para que no se acabe. En cuanto a los desayunos, como ya os comentamos en alguna ocasión, en los puestos de la calle se sirve el café touba (cafe fuerte con leche en polvo o condensada) acompañado de media barra de pan con mantequilla, mayonesa, chocolate, salsa yassa o huevo. La cena muestra casi siempre dos caras, la mas económica en forma de couscous senegales (una desagradable, aunque muy energética, pasta de polvos de mijo y agua) y la mas lujosa en forma de pollo o albondigas rellenas con huevo duro acompañado con ensalada y patatas fritas (no os creais que es comun encontrar esto).

En cuanto a la vestimenta local, los trajes tipicos del hombre y la mujer senegales son muy coloridos y bellos, aunque en muchas ocasiones no es extraño ver a una anciana mujer con el barreño en la cabeza y la camiseta del Barcelona, del Bayer de Munich o del Oporto. El futbol tiene tantisima importancia en Senegal que mucha gente cuando decimos que venimos de España nos preguntan: ¿De que ciudad, de Barca o de Real? A nosotros a veces nos apetece contestar que venimos de Betis, Rayo o Deportivo, pero acabamos contestando que venimos de Madrid.

Además del futbol los senegaleses son verdaderos fanaticos de las telenovelas latinoamericanas, antes y después del telediario, a medio dia y por la noche, la parrilla de la principal cadena nacional se construye a partir de antiguos culebrones. Nosotros nos hemos aficionado a La Chacala, una mejicana. Se conoce que el telediario se les hace cuesta arriba (no nos extraña en absoluto porque la realización es incalificable) ya que lo salpican de videos musicales senegales, los bailarines y bailarinas te dejan con la boca abierta, parecen marionetas con los cordeles de sus extremidades enchufados directamente a la corriente electrica.

Muchas personas diran que lo que mas merece la pena de Senegal es el trato con sus gentes, nosotros, despues de mas de un mes de paseo, además de con los pocos buenos amigos que hemos hecho, nos quedamos con sus espacios naturales. De obligada visita es el Parque Nacional de Niokolo Koba, el Delta de Saloum y Casamance.

Desde Bamako.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Kedougou - Bamako

Días del 109 al 121
Kedougou - Dalafinn - Gamba Gamba - Kenieba - Kayes - Bamako
Total bici: 135,80 km
Total otros transportes: 900,00 km

Total acumulado: 6.890,40 km

Finalmente descansamos mas días de lo esperado en Kedougou debido a unos pequeños problemas de salud, nuestro sistema de fontanería flojeaba en el desagüe.

Casi recuperados emprendimos ruta hacia Mali. El camino esta mas o menos asfaltado hasta Saraya, lo que nos permitio hacer unos 60 km en buenas condiciones. Alli debiamos hablar con el Subprefecto para que nos diera alojamiento, bien entrada la epoca de lluvias no se puede poner la tienda en cualquier sitio. Nos mando con cajas destempladas 10 km mas adelante, hasta la aldea de Dalafinn donde el jefe nos abrió una de las habitaciones del campamento de caza en desuso. Por la tarde nos invito a compartir una charla en su choza. Algo que guardaremos para siempre de este viaje es la imagen del señor Bambo dando un respingo, entre montañas de antiguos papeles y mapas, cuando uno de los rayos de la tormenta que nos rodeaba cayo mas cerca de lo esperado. "Las tormentas en el campo son peligrosas, si estuviera en Dakar no tendría miedo, pero aquí...", se justificaba mientras volvia a sentarse en su silla. Bambo es topografo y nos entretiene contando sus mayores hazañas cuando buscaba oro en la zona con los soviéticos, a sus 60 años tiene dos sueños, ascender al Kilimanjaro y explotar artesanalmente dos terrenos de su propiedad donde sabe que hay oro (para esta ultima empresa busca un mecenas). Le preguntamos si el camino hasta Kenieba, en Mali, era transitable, nos dijo que si, a la vez que nos daba un consejo: "En la epoca de lluvias, aunque os digan que podeis ir en bicicleta, nunca os adentreis por un camino donde no vayan los coches".


Al dia siguiente continuamos hasta Mussala, la frontera con Mali. Aunque ya antes de Dalafinn el asfalto habia desaparecido, cuando estabamos de barro hasta las orejas, y teniamos que empujar las bicicletas por un charco que nos llegaba hasta la rodilla, nos dimos cuenta de que por alli no pasaban coches. Después de 24 km, la mayoría de ellos empujando nuestras bicis por un barrizal, llegamos a un campamento que hay poco antes de la aldea de Gamba Gamba, allí sus cuatro guardas nos invitaron a comer. La verdad, nos parecian muchos para la seguridad de un campamento turistico fuera de temporada, pero no le dimos mayor importancia. Mas tarde, hablando con uno de ellos, descubrimos que el campamento pertenecia a una empresa minera y lo que custodiaban con tanto celo eran montones de oro extraidos en la zona. Asi, rodeados de oro y de mosquitos mas pequeños que la cabeza de un alfiler, descansamos del duro dia de empujar la bicicleta y nos preparabamos para el siguiente.

Ibrahim, el mas simpatico de los guardas, a la salida del sol y antes de que terminara su turno, nos ayudo a cruzar dos rios estacionales proximos al campamento, y nos regalo sendos pedruscos que nos traeran suerte en nuestro viaje (ya veremos que guardan en su interior). Ese dia solo sirvieron para que no nos lloviera, por lo demas el camino fue de mal en peor. Empujando nuestra bicicleta entre charcos, barrizales, buscadores de oro y rios estacionales llegamos al Faleme (afluente del rio Senegal), la frontera con Mali. Allí una piragua cruza a las personas, bicicletas y motos de un pais a otro y... al pasar la barca nos dijo el barquero los de piel clarita pagan mas dinero... Sabiamos que un precio justo para el eran 3.000 francos, nos pidió 20.000, despues de una dura negociación con media aldea de testigo y a sabiendas de que no podiamos regresar, acordamos pagar 5.000.

Una vez en Mali lo "mejor" estaba por llegar, el agua se habia comido el camino. Tuvimos que desmontar nuestras bicicletas, zambullirnos hasta la cintura y cruzar todo nuestro equipaje por encima de nuestras cabezas. A la puesta de sol llegabamos a Kenieba y, aunque sin fuerzas, pudimos disfrutar del maravilloso paisaje geológico que rodea a esta villa rural.
Despues de un sueño reparador a escasos metros del motor - generador del campamento, fuimos a sellar nuestro pasaporte, comentamos al jefe de la Gendarmeria que queriamos llegar a Bamako en bicicleta. Nos dijo que los 500 km de camino directo por Kita estaban como los ultimos 60 gue habiamos recorrido hasta Kenieba. Viendo que la unica opción era dar la vuelta por Kayes y Diema, decidimos que nos ayudara a dar este rodeo un vehiculo motorizado. La furgoneta que nos transportaba tardo 10 horas en salvar los 250 km que separan Kenieba de Kayes. A pesar de ir unas 25 personas en un vehiculo ideado para 9, con una moto y tres bicis en el techo, nos dimos cuenta de que habiamos tomado la mejor decisión posible en epoca de lluvias.

Paramos dos dias en Kayes y asi ver cual era la mejor opción para ir a Bamako y recuperarnos de los ultimos coletazos de nuestros problemas estomacales, que volvian a aflorar.

Aunque nos hubiera gustado llegar a la capital en uno de los trenes con mas solera de Africa, el expreso Dakar - Bamako, tuvimos que salvar la distancia en una especie de autobus todoterreno. Parece que los africanos van mucho al baño, asi en lugar de hacer una o dos paradas largas como hacen los autobuses en España, aquí se hacen mas de 10 paradas de menos de 5 minutos, lo justo para evacuar en cualquiera pequeño rincon y comprar, sin tan siquiera bajar, mazorcas de maiz, huevos cocidos, refrescos, platanos, manzanas, dulces, cacahuetes, agua, pollo frito, etc.

Bamako nos recibió con una fuerte tormenta y con la sorpresa de encontrar unos aventureros españoles que llegaron motorizados con un todoterreno a traves del Sahara. Aquí gestionaremos uno o dos visados y, por desgracia, no podremos llevar a cabo el taller teatral que esperabamos realizar, nuestro contactos en Bamako estan muy ocupados con sus actividades cotidianas y las personas destinatarias aun no han vuelto de las vacaciones.

Desde Bamako.
Que el viento sople siempre a vuestro favor.
Nuria e Ivan.